viernes, 7 de junio de 2013

Uno nunca sabe para quien trabaja.


Impertinentemente entré por la estrecha puerta de madera. Rechinaba,  un escalofrío recorrío todo mi cuerpo y sin pensarlo di el paso ¿Porqué? Solitaria manera de sonreir entre pasillos y fiestas con exceso de alcohol, cariños y estridentes carcajadas... Ahora soy acreedora de muchas culpas que no sé si pueda sostener, si pueda si quiera permanecer en esta tormenta llena de escombros, de ruinas... No es ser negativa... Es ese mal presentimiento que tengo, ese que siempre me augura, que de alguna manera me cobija sin vendajes, sin eufemismos, el que me hace permanecer realmente con un pie bien puesto.


Leer cual testimonio que se apega al sentimiento infinito que podía alojar dentro de mi es torturar al pasado, a la mente enclenque sumergida en recuerdos.  Me hace sentirme desmoronada por dentro y no puedo hacer nada sino cumplir la promesa. Él estará bien a mi lado.



Las canciones me traen recuerdos... Me encanta llorar aveces.

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