miércoles, 26 de septiembre de 2012

Ya no quiero queso, sino salir de la ratonera.

Este día cual nudo en la garganta me llena de nostalgia, me recorre el cuerpo poro tras poro, de pies a cabeza y todo se ha muerto. Entre las estaciones divididas en mi memoria temporal, diferentes circustancias y acciones han acabado con el idilio efímero que he tenido a lo largo de algún tiempo, sin definir mejor. ¡Sorpresa! El sustituir vacios con otro tipo de adicciones no llena nada, al contrario dejame en un estado infinito de depresión postadolescente y rídicula, ni siquiera me siento triste es la realidad.

Redescubrirme, redescubrir cada parte olvidada de mi es lo más maravilloso de disfrutar los cambios, ser quien soy y punto. La ortografía, la música, el cine, la animación, leer, reir, cada palabra que comparto con mi madre, escuchar "Universally Speaking" después de muchos años y sonreir porque sentiste tan bonito adentro, en el pecho. Esas cosas hacen la vida. La punta de mi dedo que toca el piso me dice lo que es estar viva. Respiro. Suspiro. Sonrisa.

No más depresiones en lo que comienza todo de nuevo. Cierro los ojos. Ya estoy del otro lado. ¡Felicidad, efímera felicidad!