jueves, 7 de junio de 2012

Migajas quedan donde hubo pan.


Parada frente a la estufa, con ese vestido blanco ligeramente arriba de la rodila, cinturon y unas balerinas color camello; el cabello aun húmedo por el baño reciente y con esa actitud de perdedora, veía una olla de leche hirviendo. Subía y bajaba como queriendo salirse y no de la olla. Como de costumbre intento crear otro de sus juegos tontos con los que a menudo se entretenía, como iniciar conversaciones sin sentido con personas, como ver a una persona por mucho tiempo e inventare historias o como acomodar un puñado de botones. Contó las burbujas, se fijaba en a textura de la nada, oliendo eso tan peculiar que sabes reconocer y que sin duda te recuerda a la infancia. 15 minutos, más o menos talvez, lo disfrutó.

¡Qué vida! Es cuando descubro que estoy más viva que nunca y que un suceso puede cambiar el rumbo de la misma, puede hacerte cambiar la perspectiva de ella. Me ha dado un vuelco la vida. Palpito.

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